No nos engañemos: el dinero es el gran enemigo de Dios y el capitalismo agresivo que padecemos se fundamenta en ese becerro dorado.
El becerro de oro de Wall Street
Jeremías era un profeta "quejica", con mala fama, pero necesario para atizar el acomodamiento del Pueblo de Dios. Necesitamos nuevos Jeremías para reconducir las iglesias vendidas al Poder y sacudir las conciencias de las autosatisfechas sociedades occidentales. El Éxodo y el lamento siempre son creativos...
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