Lo presagiaba el sabio Hans Kung. Lo decíamos en agosto del 2013. El Papa Francisco es pródigo en gestos, mas, como Jesús dijo, por sus hechos los conoceréis. Las acciones del Papa Francisco no están siempre a la altura del Evangelio que proclama seguir. No lo han sido los subterfugios hacia la lacra pederasta, no lo ha sido nombrar cardenal a un arzobispo español de sonoras declaraciones homófobas. ¿Quién soy yo para juzgar un homosexual?, proclamó el pasado verano Bergoglio. Pues bien, con este hecho contradice esas esperanzadoras, caritativas palabras.
La Iglesia española es un pudridero, una madrastra conchabada con la oligarquía dirigente desde el franquismo, un megaconvento de reaccionarios. Tarancón intentó un viraje pero Rouco y sus secuaces recondujeron la nave hacia esas derivas nada evangélicas. Urge cambiar de rumbo, urge cambiar a los pilotos. Por eso el espaldarazo al homófono prelado de Pamplona no es una buena noticia. Bergoglio corre el riesgo de ser el Obama mitrado. Mucho sí podemos, mucha oratoria brillante pero poca alternativa a los poderes establecidos.
El Papa Francisco con el cardenal Fernando Sebastián
El Papa Francisco con el cardenal Fernando Sebastián
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