Benedicto XVI se descuelga con una disertación sobre los misterios de la infancia de Jesús en su último libro. Cuando estamos en el epicentro desestabilizador de una crisis que está esparciendo el dolor y la desesperación entre los humanos, el Papa tiene cosas urgentes que decir sobre un tema en el que la documentación es escasa y las leyendas numerosas. Sin embargo, este insigne teólogo, que se ha empeñado en erradicar las metodologías apoyadas en el rigor científico y la interdisciplinariedad -los representantes del método “histórico-crítico” han sido perseguidos y aparados-, tiene que dejar su impronta de “intelectual de altura”. El último de esa estirpe que ocupó la Cátedra de Pedro (Pío XII) se distinguió por su inacción ante el auge del fascismo, el nazismo y el Holocausto. El papa que se presentaba como más sencillo y menos intelectual, Juan XIII, fue realmente el que intentó renovar intelectual y espiritualmente la Iglesia. Quizá por eso el "intelectual" que ocupa ahora la Cátedra de Pedro no entiende la importancia del gesto de Francisco de Asís al inventarse una puesta en escena que humanizara el nacimiento de Cristo; para Ratzinger lo del buey la mula es una adenda que hay que erradicar. Su mentalidad germana está muy lejos del espíritu trovadoresco -era hijo de una provenzal- que animaba al santo.
Mas Ratzinger es un hombre de nuestro tiempo, está a la última, por eso va a lanzar su primer tuit el próximo 12 de diciembre. Estaremos muy atentos, a lo mejor a través de esa red social el Primado de Roma tiene algo interesante y actual que transmitirnos...
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