Un encuentro buscado con el bardo de la Iglesia de los pobres
He celebrado en Madrid la liturgia de la manifestación que culminaba la más que justa huelga del 14 N. He asistido con el alzacuellos, para dar testimonio (no he visto más curas por allí). No entiendo cómo la Iglesia española no se posiciona con los pobres, con los humillados por un gobierno seguidista de los poderosos, con los que sufren sus terribles recortes... Dicen los "pastores" que no quieren meterse en política, pero con su inmovilismo apoyan al bando de los poderosos, con el que parecen identificarse. Una vez más, fuera de la lógica del Evangelio, una vez más lejos del mensaje de Jesús de Nazaret.
Después he ido a ver a Ernesto Cardenal, quien presentaba un libro de poemas en una librería especializada en literatura iberoamericana. Este lúcido octogenario aprovechó la ocasión para denunciar las injusticias del mundo, leyendo un poema sobre la explotación de los niños africanos para extraer el coltán que hace rular nuestros teléfonos móviles...
Este es el cristiano a quien Juan Pablo II abroncó al pisar tierra venezolana en 1983 por formar parte de un gobierno popular y por defender doctrinas heterodoxas. Por entonces a Pinochet lo saludó afablemente -al parecer no era ni político ni heterodoxo-. Leí a Cardenal y a otros teólogos de la liberación en mi primavera de comienzos de los ochenta, cuando todavía quedaban comunidades eclesiales próximas a los pobres... Un actor polaco, ahora en proceso de beatificación, emprendió desde la Cátedra de Pedro la aniquilación de esas "heterodoxias". Por eso he ido a ver al joven viejo Cardenal, para mostrarle mis respetos, mi deuda con sus poemas que incendiaron mi primera juventud y me arrastraron hacia el Evangelio.
El beato Juan Pablo II amonestaba a unos y sonreía a otros.....
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