Francisco I tiene ante sí una oportunidad de oro: demostrar que es un papa seguidor del Evangelio de Jesús. La mercadotecnia sería el índice de medición, la prueba del algodón de esa metamorfosis... Si el argentino cambia el modelo de la Iglesia será un fiel discípulo del rebelde de Nazaret; y para ello debería poner la maquinaria de una de las multinacionales más importantes del globo al servicio de los pobres, los marginados, los que sufren... Enfin, llevar a la práctica el Sermón de la Montaña. Se me ocurren cientos de medidas prácticas: reorientar los negocios de la Iglesia hacia esos destinatarios (los pobres evangélicos, anwin), renunciar al lucro, a la especulación, a darle pábulo a esos grupos conectados con ideologías capitalistas que, no obstante, se presentan con una fachada pietista (los movimientos neocon como Opus Dei, Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación, Neocatecumenales, etc.). De esta manera la Iglesia se pondrá del lado de los que nunca debió abandonar y no de los banqueros, especuladores, empresarios buitres o de esa clase reaccionaria católica que busca una Cristiandad más que una comunidad eclesial. Si realmente esa clase dirigente, tan reforzada por la crisis que machaca a la mayoría, es tan católica, que reoriente sus negocios para favorecer a sus hermanos empobrecidos.... Claro, pero a esto ellos le llaman comunismo, adoctrinados como están a un catolicismo espiritualista que no se mete en esas "cosas mundanas". Hoy un señor en una emisora católica atacaba furibundamente (¿la ira evangélica?) a un radiooyente que ha osado criticar a Francisco I y proclamaba que, al ser elegidos por Dios, todos los papas son buenos, muy buenos o excelentes. Si este es el tipo de feligrés medio empezamos a entender que la Iglesia esté en la UVI.
Centrémonos en España. Si este sucesor de Pedro lleva el nombre del poverello de Asís debería propiciar el desmontaje de los tejemanejes de Rouco Varela y lo entenderíamos como un signo de cambio evangélico. Porque el actual líder de los obispos hispanos ha estado empeñado no en seguir la senda crítica de Jesús, sino en crear platadormas, lobbies de influencia en la sociedad siempre en alianza con los poderosos: empresas, grupos de comunicación de doctrina reaccionaria, etc. En definitiva, en reeditar el papel influyente de la Iglesia durante el franquismo. Eso significa ponerse al lado de los mercaderes del templo, de los que han llevado a la Iglesia de hoy a una situación de catalepsia por corrupción. Como ocurrió con Obama a su llegada a la Casa Blanca en 2008, no creo yo que este hombre de carisma pueda invertir las inercias de una institución con intereses tan poderosos. No obstante, como dijo Juan XXIII, uno de los pocos pontífices que interiorizó el mensaje de Jesús, estaremos atentos a los "signos de los tiempos".