Se abrió el cónclave, valga la paradoja... Se clausuró la primera jornada con fumata azabache. El Espíritu Santo no se manifestó de primeras, como estaba cantado. Pero la Paloma está quebrada, desde los tiempos de Wojtila le troncharon el ala izquierda; por si esto no fuera suficiente, confeccionaron una Curia ad hoc cambiando las reglas de juego purpúreo. Así que, más allá del vistoso ritual medieval que tanta fascinación meidática levanta, incluso a los descreídos, las sorpresas serán mínimas. Los potenciales papables están cortados por un traje conservador, que es el único que han permitido Juan Pablo II y su mentor intelectual, el Inquisidor Ratzinger luego elevado a la Cátedra de San Pedro. Quizá el númen de las votacines pueda dar la sorpresa y el cardenal Gianfraco Ravasi se convierta en un Juan XXIII que abra las puertas para airear el ambiente enrarecido que impera en la Iglesia tras el Vatileaks. Pero todo apunta a que Juan Pablo II y luego Benedicto XVI con sus contrarreformas involucionistas lo dejaron todo "atado y bien atado".
Jeremías era un profeta "quejica", con mala fama, pero necesario para atizar el acomodamiento del Pueblo de Dios. Necesitamos nuevos Jeremías para reconducir las iglesias vendidas al Poder y sacudir las conciencias de las autosatisfechas sociedades occidentales. El Éxodo y el lamento siempre son creativos...
¿QUÉ VAS A ENCONTRAR AQUÍ?
´El Nuevo Jeremías reflexiona desde su condición de cristiano, sin aditamentos, seguidor de Jesús de Nazaret.
Tú cíñete por tanto los costados, levántate y diles todo lo que yo te ordenaré, no tiembles ante ellos, de lo contrario, te haré temblar ante ellos. Hoy te constituyo en fortaleza, en muro de bronce frente a todo el país, frente a los reyes de Judá y sus jefes, frente a sus sacerdotes y el pueblo del país. Combatirán contra ti, pero no te vencerán.
Tú cíñete por tanto los costados, levántate y diles todo lo que yo te ordenaré, no tiembles ante ellos, de lo contrario, te haré temblar ante ellos. Hoy te constituyo en fortaleza, en muro de bronce frente a todo el país, frente a los reyes de Judá y sus jefes, frente a sus sacerdotes y el pueblo del país. Combatirán contra ti, pero no te vencerán.
Jer. 1, 4-5, 17-18
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